lunes, noviembre 26, 2007

Un domingo muy atípico

Podría haber estudiado toda la tarde física o decir que estudiaba mientras me enviciaba con el Madden. Podría haber ido al club, tomar sol y pasar el día sin hacer nada. Muchas cosas se podrían haber hecho el domingo previo al comienzo de las "vacaciones". Es verdad hoy tenía parcial, pero también es verdad que aquella perfección lograda en el anterior susurraba a la conciencia que la especulación era válida y hasta necesaria. Había que saldar un promesa, hecha hace varios meses que el retraso atentaba contra la misma. Y luego de una noche donde recordaba mi edad biológica, la alarma del reloj que con tan prisa me había llamado la semana previa volvía a insistir y me decía que otra vez me había quedado dormido. Era inminente los cambios de planes, reducir el tiempo de viaje y por lo tanto variar la trayectoria.

Llegue a tiempo, empredíamos la ruta hacia aquel galpón de ilusiones. Cuna del deporte más lindo donde purretes con la remera por las rodilla, más pequeños que la preciada esfera. Hacía rato que no observaba acontecimiento como el de ayer donde lo padres quieren jugar más que los chicos, donde la busqueda del crack se privilegia sobre la diversión, donde florecen las pasiones frustradas y se proyectan en los hijo que cargarán con esa presión insostenible. Extenderme sería jerarquizar caracteres sociales que no lo merecen.
Al termino, el rápido retorno, urgar en aquella abandonada casa, los caminos al acondicionamiento. Tristeza, de los cambios, las transformaciones y la metamorfosis de alegría y jolgorio en falta de vida.
La invitación estaba al caer, el comienzo de la aventura. Tamy diría, para festejar me voy de shopping y le hice caso: Me fui de Chopin a la Salada.

Gral Paz al fondo. Desvío y el nauseabundo olor al riachuelo. Nunca había estado tan cerca, ver lo tan cerca, analizar tan de cerca aquel foco. Cualquier descripción quedará corta, pero ni los 100 días, ni los 1000, ni el esfuerzo interjuridiccional logrará modificar tal lugubre imagen a menos que se piense tan globalmente, a largo plazo y con la guía del Desarrollo Sostenible. Ya se percibía el olor a chori, la mezcla de productos y la inmencia del emporio del mercado negro. No me voy a poner en moralista, porque digamos que sería culpable de fomentarlo con mi compra, pero corto me quedaría en imaginar las líneas de funcionarios sobornados. Lo cruzamos por un puente, de no más de un metro de ancho, cuyo último mantenimiento habrá sido en tiempos inmemoriables. Al lado unas vías que pensamos que estaban en desuso, atravezan la inmesidad de la feria, era posible que por allí circulará un tren. El tiempo atentó contra la razon y el sentido común. Todo es posible en la Salada.

Amontonamiento de gente, de puestos, de mercadería. En la salada se puede conseguir cualquier cosa. Desde relojes, hasta dvds, chips y como objeto importante, música y películas. Ropa, la marca que quieras, el producto que quieras, mismo diseños y hasta diseños inventados sin contar la mezcla de diseños. Ahondar en esto es redundante porque la gran mayoría es conciente a lo que me refiero. Voy a resaltar un par de hechos que me parecieron curiosos o que a mi entender merecen ser contados. Nada de lo que viene me pareció fuera de la lógica que allí se maneja, no me sorprendó simplemente que me enfrente cara a cara con los inconvenientes del hacinamiento, la pobreza y la explotación. Pero arranquemos con un dato de color. La apertura de la línea al grito de carro, carro. Cada dos por tres aparecían, abriendose paso por entre la muchedumbre. Sigamos: la variación de precios, calidad. La explotación, puesteros obligados a trabajar 24 horas, durmiendo siestas bajo los puestos. La gran variedad gastronomica, recordando al típico plato tilcarense: La salchipapa. Los bondis truchos, destruídos, en muchos casos con parte de la carrocería perdida. La organización, logística con Handy, cobradores apretadores si no se paga lo convenido y una guardia de personas para mantener el orden, complicado cuando cardumenes de personas se agolpan, donde no rigen las leyes de la república sino un manejo feudal de aquel predio. Ver como de un poste de alumbrado público, obviamente, sin seguridad, un adiestrado electricista conectada, se colgaba, las lamparitas que iluminarían cuando la noche ya caía...

Fue un domingo raro, importante desde el punto de vista humano para percibir otra realidad, ajena, pero tan cercana. Realidad que no debería existir y por lo tanto exige que se cambie. Cambio a lograrse con el esfuerzo de muchos, seguramente no me incluyo en esos muchos, es un deseo el que tengo, no una intención. Me gustaría ayudar, pero no se si me siento capacitado. Y si lo estuviera, me imagino que mi egoísmo me lo impediría. Involucra un conjunto de cambios de la realidad humana, global. Mi pesismismo no indica que mejore la situación de los países mas oprimidos, obviamente no me refiero en particular a la Argentina. Será cuestión, tal vez, de simplemente contemplar, y tratar de cada uno aportar solidariamente un tiempo de su vida a mejorar el tiempo de otros. Por lo menos describiendola espero avazar un poco.



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